Una via mariana en la Basílica de la Merced de Lima

P. Fr. Juan Carlos Saavedra Lucho, O. de M.

cf. BOM (Perú)19 (2000) 187-193.

 Riqueza geográfica, cultural y religiosa

Los mercedarios en el proceso de la evangelización peruana nos establecimos en diversos lugares del país dejando como huella el carisma de Cristo Redentor y un amor especial por la Virgen, madre de Dios y de la Iglesia, a quien le han dedicado horas los poetas, escritores y artistas, o como las melodías andinas que suplican su intercesión diciendo: “Mamacha de las Mercedes, ¿qué es lo que pasa aquí”.

Si viajaramos por diversos rincones de nuestra patria, nos encontraríamos siempre con signos de culto mariano referido a la advocación mercedaria; tal es el caso de lugares como: el puerto de Paita en Piura; Trujillo, Huancayo, Ayacucho, Carhuaz, Arequipa, Cusco, Puno y Lima. También su patronazgo se identifica con los pueblos cercanos a Canta como Andajes, San Buenaventura y San José; así como en Huacho, Paramonga y alrededores del norte chico; y en la ceja de selva de La Merced-Chanchamayo. También la devoción está muy arraigada y difundida en la selva de La Rioja, Moyobamba y San José de Sisa, actual lugar de la Campaña de Solidaridad motivada por las Religiosas Mercedarias de la Caridad y auspiciada por “Caminos de Liberación” de España; y otros pueblos que integran  nuestras  tres  regiones naturales.

Rasgos marianos

El culto mariano, difundido a través de la predicación de la Buena Nueva de Jesucristo, se ha enraizado en el Perú, desde la palabra de los primeros misioneros, de su profundización en los Concilios Limenses y la difusión de los Catecismos unido a los métodos de evangelización. La llegada y fundación de Congregaciones femeninas de clausura y de vida activa, Agrupaciones, Confraternidades, y Hermandades laicales; así como, el rol de la mujer y los modelos de santidad que se fueron incrementando por medio de las fiestas marianas, han permitido la difusión y veneración de la Madre de Dios; de tal manera, que se puede decir que la presencia de María en América tiene una vital característica que “es la armonía entre el sentimiento religioso y el espíritu nacional”[1], lo que en su amplitud podemos llamar evangelio mariológico.

Pinceladas artísticas

La Basílica de la Merced de Lima, es una obra arquitectónica, artística, histórico-cultural que se ha destacado por tener características de valor intrínseco. Fruto de su construcción que le ha otorgado aspectos peculiares la caracterizan como: un templo de cruz latina, inscrita en rectángulo y restaurada en su elevación; amplia con tres naves, la central alta y espaciosa, y dos naves laterales con retablos comunicados entre sí por arcos de medio punto y gruesos pilares. Su fachada barroca reconstruída a mediados del siglo pasado nos permite admirar hasta hoy un precioso arte religioso-colonial.

La virgen títular es “Nuestra Madre María de la Merced”[2], que en 1730 fue jurada como la “Patrona de los Campos de Lima”, en 1823 se la reconoció como “Patrona de las Armas del Perú” y el día 24 de setiembre de 1921 fue canónicamente coronada. El Papa Pío XI expidiendo el indulto apostólico el 12 de diciembre de 1924 le concedió el título de “Basílica Menor”.

El documento de Santo Domingo, planteando una especial atención para valorizar la piedad popular, dice que debemos tener en cuenta las expresiones del pueblo de Dios como, la devoción a la Santísima Virgen,  peregrinaciones a los santuarios y  fiestas religiosas iluminadas por la Palabra de Dios[3]. Asumiendo este mensaje,  podemos destacar algunas características de la Iglesia en mención:

Carisma de actualidad

Basada en textos bíblicos de redención, desde el Proemio de las Constituciones de 1272 se aborda el “visitar y redimir” como puntos claves del mercedario evangelizador. Para ello, la dimensión trinitaria y la trilogía Cristo Redentor-María-Pedro Nolasco, se difunde constantemente por el énfasis puesto en las celebraciones, homilías y catequesis que tienen como base los documentos magisteriales como: Redemptor Hominis, Madre del Redentor, Marialis Cultus, Christifideles Laici; así como los escritos de Espiritualidad Mercedaria, Los Mercedarios y la Nueva evangelización, La palabra mercedaria desde el Concilio Vaticano II, y otros textos que actualizan la dinámica del carisma fundacional.

Este camino de reflexión y profundización liberadora permite acoger e integrar a los fieles que se congregan en el templo en búsqueda de alimento espiritual, donde se vivencian los dolores y sufrimientos, las acciones de gracias y la alegría de ser cristianos con grandes deseos de conocer a Dios. Son estos los momentos cuando el mercedario aprovecha para difundir no sólo el carisma, sino la devoción y afianzamiento en la fe en Cristo, María y los santos.

Lugar privilegiado del encuentro con María

Por su naturaleza, la Basílica es un lugar de encuentro eclesial. El movimiento habitual de fieles que se genera en nuestro santuario cada día es impresionante; se abren las puertas del Templo a las 7.00 am y se cierran mayormente entre las 8.30 o 9.00 de la noche, con una pausa entre la 1.00 hasta la 4.00 de la tarde. Entre las horas de servicio religioso, los fieles entran y salen de la iglesia visitando, orando y celebrando la fe que por tradición ha generado la teología mercedaria y la imaginería cristológica-mariana existente hasta hoy.

Sin lugar a dudas, los nombres de María: redentora, liberadora, misericordiosa, han marcado el corazón de muchos devotos que se acogen bajo la protección intercesora de la Virgen; se proponen visitas diarias antes de iniciar su trabajo, sobretodo, quienes trabajan en los bancos y negocios aledaños al centro de la ciudad; buscan la cooperación y mediación de la Virgen; rezan, acompañan con su silencio, contemplan altares y desarrollan su actividad cultual reconociendo que María es camino seguro que reporta a su Hijo Redentor.

Una via mariana para profundizar

El poblador limeño sobrecargado de problemáticas urbanas, encuentra en el templo momentos de cercanía, diálogo, veneración, ayuda y camino de santificación. Curiosamente, si hacemos un recorrido por la Iglesia y nos detenemos para observar la imaginería de cada uno de los altares nos encontraremos con rasgos y huellas de un camino cultual-mariano que gozosamente puedo señalar:

Si empezamos  por  la nave de la epístola, resaltan a la luz las devociones a la Virgen de la Antigua o de la Rosa, la Virgen coronada por la Santísima Trinidad, La Virgen-Madre con el niño en brazos, la Virgen del Calvario al pie de la cruz,

En el altar mayor, está la Virgen de la Merced, imponente imagen, que refigura la misericordia como Madre de Dios que encontrándose con los brazos abiertos acoge a todos sus hijos en sentido eclesial.

– Y en la nave del evangelio, se encuentran las imágenes de la Virgen de Lourdes, del Carmen, del Rosario, de la Alta Gracia, la Dolorosa, Perpetuo Socorro, la Virgen de Guadalupe, de Fátima, de la Consolación, Nuestra señora de Copacabana, de la Puerta y hace dos años han entronizado la Virgen del Uruguay; además de las deiciseis pinturas de la serie de la Virgen que en la Sacristía muestran la Vida de la joven virgen de Nazaret y otros cuadros que en el conjunto basilical y conventual se pueden contemplar.

Esta simbología, que para algunos analistas de la fe pudiera ser un “exceso iconográfico mariano”;  por su sencillez y no exageración del culto, se presenta como posibilidad catequética para la evangelización difundida por los mercedarios. Claro está, que esta via mariana, se complementa con las diversas imágenes de Cristo que en sus aspectos de: Jesús niño llamado “el doctorcito”, el Nazareno, Cristo pobre, Cristo yacente, flagelado, el Corazón de Jesús, Señor del Auxilio, Señor de la Sentencia, Señor de Huanca; representan diversos momentos del kerigma evangélico-cristiano, que también valora los ejemplares iconos de los santos peruanos: fr. Martín de Porres, santa Rosa de Lima; y otros como: san Agustín, santa Rita, Teresa de Lisieux, María de Cervellón, beata Mariana de Jesús, san Hilarión, el apóstol Santiago el Mayor, y los santos mercedarios que engloban el dinamismo y tarea diaria de los redentores.

Esta gama de devociones cristológicas, marianas y de figuras eclesiales simbolizan cómo en la ciudad capital, los caminos de evangelización resultan arduos para la difusión del verdadero culto que nos reclama la Iglesia universal; que a través de la Liturgia, celebra, propaga, y purifica muchos elementos sincréticos que a veces han afectado costumbres y tradiciones ancestrales. La via cristológica-mariana de la Merced de Lima, deberá ser para todos los fieles y familia mercedaria un camino de revaloración del evangelio de la libertad.

!Por un Perú mejor, valoremos y conservemos  lo nuestro!.



[1]Rubén Vargas Ugarte, Historia de la Iglesia en el Perú,  t. III , Burgos 1960, 243.

[2] cf. Severo Aparicio Quispe, Devoción a la Virgen de las Mercedes en el Perú, Provincia Mercedaria del Perú, Lima 1997.

[3] cf. IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (Santo Domingo), Conclusiones, 12-28 octubre 1992,  nº 53.