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María, Madre de la libertad

“Un himno de alabanza que a lo largo de los siglos la Iglesia ha proclamado y proclama en honor a Santa María, la nueva Judit. Es en ella, en efecto, en quien estas bendiciones se han cumplido plenamente, y quien, por su Hijo, aplastará la cabeza del enemigo. Bendición y canto de júbilo que especialmente resuena al celebrar a Santa María en su advocación de la Merced, bajo cuyo patrocinio nació vuestra Orden religiosa, y cuya imagen y característicos símbolos recuerdan su misión liberadora: cadenas rotas, grilletes abiertos, y brazos y manos extendidas de la madre que acoge a los hijos ofreciéndoles la libertad. A Ella, a María, la Mujer del “Magnificat” encomendamos hoy a todos y cada uno de los Mercedarios, sus proyectos, sus tareas, sus anhelos”[1].


[1] Homilía de S.E.R. Mons. Christophe Pierre, Nuncio Apostólico en México, durante la Clausura del Encuentro de Pastoral Penitenciaria de la Orden de la Merced “La Merced en la cárcel y sus retos”, en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, México D.F., 17 de febrero de 2012.